«TENGO NERVIOS Y MIEDO DE HABLAR EN PÚBLICO

Queridos amigos, el tema de hoy es “Tengo nervios y miedo de hablar en público” y va dedicado a todos los lectores de Zéfiro y en especial a mis alumnos, amigos y egresados de las aulas universitarias que tienen este problema.

Confieso que escribí este post motivada por la alarmante cantidad de alumnos egresados que han intentado titularse bajo la modalidad de examen de grado y al llegar al examen oral no han podido pasar.

He venido llevando el recuento de este año y la cifra es alarmante, de 35 alumnos que han intentado pasar esta prueba solo lo han conseguido 7, el resto anda preparándose para un segundo intento.
Y charlaba con la terna de jurado que siempre me acompaña al respecto, y luego de hacer un calmado análisis llegamos a la conclusión de que la mayoría de alumnos desaprobados en este examen sufre de falta de control escénico, de nervios y de miedo a hablar en público.

Hace unos días pude observar minuciosamente los movimientos y gestos de una egresada que intentó pasar este examen sin lograrlo pese a su intento. Los nervios la traicionaron y las ideas no llegaban a su mente con orden. Por ello, desde Zéfiro les doy una guía de cómo luchar con este problema:

1.- Estudiar no significa lo que criollamente se dice “aprender las cosas de paporreta”. He hallado alumnos en la salita de espera leyendo separatas y repitiendo como loros frases y oraciones completas, hecho que sin duda es culpa de aquellos malos colegios donde se les inculcó el aprendizaje mecánico.

Para estudiar es preciso tener a mano bolígrafo, lápiz, resaltador, blog y quien lo prefiere el computador de apoyo. Si estás leyendo alguna teoría o postulado e intentas memorizarlo, sin duda que podrás recordarlo a la paporreta y el día del examen lo habrás olvidado por completo.

La única posibilidad que existe para que tu cerebro almacene la información depende del nivel de emociones e interés que le pongas al tema. Así como lees, si tu actitud es “Ay que vaina leer a este tío y sus teorías” estarás perdido siempre.

Debes leer con calma las ideas, intentar entenderlas, interesarte por lo que implica conocer del tema y sus ventajas, es decir, hallar el lado interesante del asunto, cosa que te será más difícil sino lees ni “Condorito”. Si escogiste una carrera como el periodismo y comunicaciones o cualquier otra donde se necesite leer en abundancia la actitud y curiosidad serán tus valores para aprender.

Usa el resaltador para subrayar las ideas o aportes que te parezcan importantes y con el bolígrafo anota en un blog o en el computador las reflexiones que te suscite el tema. Sin duda muchos me dirán que eso es mucha chamba, pues a ellos les digo que resulta una actividad muy relajante si tuvieran deseos de aprender cada día más. Poco a poco verán que todo lo que leen lo recuerdan y con entusiasmo.

Muchos de los alumnos desaprobados parecían robots, repetían las mismas frases, inmediatamente el jurado de daba cuenta de que no habían leído a los autores sobre los que se les preguntaba, por lo menos no analítica ni reflexivamente, no los había impactado ni causado interés, por ende, no lo recordaban.

2.- Si tienes problema para recordar ideas y sientes que te falla la memoria ve al neurólogo pronto, deja el alcohol, colas y disminuye las grasas. Pide vitaminas como B12 y consume omega 3 en abundancia, el mismo que lo encuentras en pescados, aceites y en capsulas. El omega contribuye a evitar la fatiga mental, a mejorar la circulación cerebral y por ende a fortalecer la memoria.

De pequeña la he tomado en casi todas sus versiones, primero con fastidio porque mi nana me daba sustancias raras de pescado que detestaba, pero hoy no abandono el omega jamás, y creo que mi buena memoria, no solo es un don genético sino a causa de esta maravillosa vitamina.

3.- Si pese a seguir cursos de oratoria, tomar vitaminas e intentar relajarte no logras mejorar al hablar en público ve a un especialista psicoterapeuta. Y es que podrías padecer alguna fobia que con ayuda profesional puedes superar.

Tuve una paciente de reiki el año pasado que tenía una fobia sobre el tema bastante peculiar. Ella no podía leer en público si el profesor se lo pedía, lograba hablar tartamudeando, pero lo hacía. Sin embargo si se trataba de leer en público ella quedaba paralizada, sudaba y no podía soltar palabra.
Tras conversar con ella calmadamente, me contó que de niña tuvo una profesora cruel que cuando no supo una lección y leyó mal la gritó, humilló y le jaló los cabellos. Nunca se lo había contado a sus padres, le daba miedo hacerlo y a los 28 años padecía lo que les cuento, razón por la cual había tenido problemas para culminar carreras con éxito.
Luego de que esta chica buscara una terapia de Hipnosis, apoyarla un par de sesiones con reiki y terapia de coaching ontológico (entrenamiento emocional de actitud) ella ha logrado leer en público progresivamente. Ha recobrado la autoestima, la fobia ha ido cediendo , y hace poco me escribió feliz contándome que había expuesto 20 minutos en la universidad donde estudia con buena calificación.

Tómenlo en cuenta, todo tiene solución, menos la muerte.

3.- Si eres consciente de que has estudiado bien, nada malo puede ocurrir. Por tanto confía en ti mismo, y deja de pensar tormentosamente que quienes te evalúan son macabros o que si los ves serios es porque te tienen cólera. Entrena el porte y di las cosas con seguridad.

Y si ante una pregunta desconoces del todo la respuesta atrévete a decirle a los que te evalúan oralmente lo siguiente: “Profesor, no recuerdo del todo la teoría, pero si me la explica brevemente podré recordarla y aplicarla al ejemplo que ud pide. Es preferible hacer esto que acudir al palabreo peruano, al floro barato sin sentido, a los lugares comunes y a la redundancia que solo deja con la sensación de que no leíste nada.”

4.- Olvídate de los comentarios acerca de los profesores. La mitad son exageraciones y fábulas que los flojos que jalaron el curso inventaron antes que ser honestos en reconocer que no estudiaban.
Y de esa fama sí que puedo hablar con base en mis más de 10 años de cátedra. Para muchos de mis alumnos los cursos que dicto y especial el de Tesis los hacía huir de mi, era el curso que jamás querían llevar, se cambiaban de turno, otros palidecían apenas ponía el pie en el aula, pero con el tiempo los que aprobaron puedo decir modestamente que vuelven a visitarme cada cierto tiempo, a pedirme ayuda con temas académicos y hasta esperan un año entero para que se abra un cupo en mi lista de asesorías de investigación que la universidad brinda.
Y no porque fui blanda con ellos ni dura, nada de eso, vuelven porque quizá aprendí a enseñar como lo hicieron conmigo: con disciplina, pero con alegría, creatividad y voluntad. Siempre busco que adoren lo que investigan, ver caras frustradas me aturde y hasta investigar las teorías del lingüista y analista de medios Noam Chomsky puede ser entretenido si lo hacen con interés. De modo chicos y amigos, no se guíen por las malas lenguas, viva cada uno su experiencia con sus docentes sin prejuicios.

5.- Si ante el profesor de nervios tartamudeas, sudas y te dan mareos busca ayuda psicológica, lleva un divertido curso de oratoria y entrena en casa con tus hermanos mayores o padres de jurado.

6.- Si ves que los profesores ponen caras raras cuando expones, evita que te aturdan, no medites ni te distraigas por miedo. El lema de mis padres ante eso desde que tengo uso de razón es “Primero muerto que mudo”, es decir, contesta todo lo que sepas con base y verá que una vez que lo hagas bien ganarás confianza contigo mismo, y hablar en público no será traumático para ti.

7.- Si algún día tienes que hablar ante más público del imaginado, algo así como en un auditorio, les doy un tip que me enseñaron cuando empecé a dar conferencias académicas: Miren hacia el ras de las cabezas de las personas, con ello, será difícil que se desconcentren por la risa o mueca de alguien, por lo menos al principio. Ya con el tiempo no necesitarán este tip y se sentirán calmados así sea ante 10 como ante 50 personas.

8.- Un vaso generoso de limonada o una infusión de toronjil puede ayudarlos a relajarse antes de hablar en público, mientras que el café, colas y energetizantes lograrán solo el efecto contrario, los alterará y hará que esos nervios se desaten sin control.

9.- Si tienen hermanitos o niños pequeños en casa cultiven en ellos el arte de expresarse libremente. Creo que pude hablar en público sin problemas porque desde los 6 años las monjitas con las que estudié nos hacían exponer divertidamente sobre infinidad de temas, así como leer en las misas y hacer catequesis, de manera que siempre fue algo natural parte de las rutinas.

Hoy mis sobrinitos guiados por la misma vía con apoyo de sus padres y docentes, exponen como todos unos conferencistas, y dejan boquiabierto a quienes los ven maravillados por la seguridad y entusiasmo con que lo hacen. Solo tienen entre 5 y 6 años, pero hablar, cantar y bailar en público no es rollo para ellos.
Un día le pregunté a mi sobrino Pierito si se sentía bien exponiendo y me contestó algo que les dejo de ejemplo a los que temen hacerlo. El pequeño me contestó: “Exponer es papaya tía, solo pienso que el profesor no me mira y si me olvido digo perdón perdón mi memoria es aún de niño. Pero sino estudio si me pongo rojo, me jalan, mi mamá se molesta, mi papá se pone triste y no pues tía, los jalados me dejan sin cine y sin juguetes”

Así que ya saben amigos, imiten a los niños que son tan frescos al expresarse, tan decididos a disfrutar lo que hacen, no se hacen líos, solo se divierten.

Hablar en público requiere actitud, decisión, calma y sobre todo sentir que cuando lo hagas estés seguro de lo que dices.
Que tengan un lindo viernes, que descansen los chamberos, y los flojitos que aprendan a ser seres más útiles para si mismos y luego de ello aprendan a servir.

Manjarí
(Bendiciones)