Desde el 2004 partió a los cielos, gente importante para mi y sentí con nitidez que jamás se alejaron de mi. Los incluí en mis oraciones, en mis sueños y siempre les ofrecí mi día y gratitud infinita. Observar la semiótica celestial y guardar silencio, me permitió experimentar tantos hechos inexplicables en apariencia, pero con tanto sentido real para mi. Tengo certeza de que los que amamos y reposan en brazos de Dios siguen orando por nosotros, son nuestros ángeles extras.

Un viento repentino que acaricia las mejillas, un aroma a flores delicioso que acompaña los pasos en determinado momento, una canción cómplice que aparece en la radio, una voz que pasa junto a ti en labios ajenos con una frase que solo me decían a mi, un libro escondido en la libreria más lejana de mi país, ese donde descubro lo que diría papá. La lluvia menuda que cae en mi jardin y aprecio desde mi dormitorio y besa las hojas y mis flores preferidas, una vela encendida en un sagrario que me espera vacío cuando necesito refugio y recobrar fuerzas.

Ellos no se van, viven en el corazón, son energía, luz, presencia e infinitas demostraciones de amor.

Mis mariposas de colores que se posan en mi ropa y cabellos, petirojos y palomas que tocan mi ventana y los abrazos de la virgen cuando más lo necesito. La legión de amor bonito que transita con las estrellas.

Gracias Dios, porque duele mucho extrañar a nuestros seres queridos que partieron, pero tu amor les permite estar cerca y con el tiempo, nos permitirás volverlos a llenar de abrazos.

Chispitas de luz al cielo ✨️✨️✨️✨️ y una vela encendida como mi corazón

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