Queridos amigos, el tema de hoy es “Reflexiones sobre el perdón” y va dedicado a Isabel, Mariela, Fernando y César, quienes esperan este post.
Si bien todos cometemos errores, nos convierte en humanos y cercanos al creador, el hecho de reconocerlos para no repetirlos, pero, además, tener presente que no fuimos creados para caminar decidiendo hacer daño a los demás.
Sin embargo, cuando se ha elegido vivir sin valores esenciales inscritos en el alma, el proceder del ser humano camina en función al ego y sus derivados: egoísmo, narcisismo, ambición, envidia, doble moral, reto, control, deseo de poder, injusticia, trampa, mentiras, etc. Y es entonces que las personas más lejanas de la real espiritualidad, aunque incluso manifiesten que son de oración, pueden cometer actos deplorables en todo sentido sin conciencia, sin reparo y de modo reincidente.
Entonces surge la pregunta que tanto me hacen en consulta ¿Se debe y puede perdonar?
Y si bien existen miles de autores, investigadores y especialistas que abordan el tema del perdón, lo claro es que perdonar implica aceptar en primera instancia, la esencia de cada quien, tener claro que alguien, por su naturaleza, esencia y perfil emocional, fue capaz de dañar a conciencia y sin conciencia, dependiendo del hecho. Sin embargo, la parte afectada perdona desde que no procede de la misma manera, desde que no imita la misma actitud y ello no implica en todos los casos un “acercamiento” y renovación de la confianza, porque precisamente, por la naturaleza de esa persona, a veces es mucho mejor marcar distancia.
En otros casos, si es posible un borrón y cuenta nueva, pero ello depende sin duda de la naturaleza de las faltas, de la esencia global de quien falla. Una cosa es fallar en algo una vez y otra, hacerlo siempre, adrede y con plena intención de seguir dañando.
Por ejemplo: Me contaba en consulta una señora que su hermana había hecho un fraude con firmas para apropiarse de parte de la herencia que había dejado su padre a sus dos hermanos también, pero la hermana amoral y corrupta, siempre fue la que estudió menos porque así lo decidió, la que iba de juergas, la que se peleaba con todo mundo y la que deseaba ganar la plata fácil. Fueron criados por los mismos padres, pero esta mujer al parecer, tiene problemas emocionales fuertes: complejos, revanchas, envidia, etc y decidió robar a sus propios hermanos y hablar mal de ellos donde puede.
Me continuaba contando la señora que había optado con su otro hermano en dejarla atrás, porque ambos eran trabajadores, tenían propiedad y preferían no saber nada de esta hermana enferma del alma, porque cerca de ella, todo eran problemas y complicaciones.
Y como ven, aquí encontramos compasión, aceptación y seguir la vida, que es una forma de ejercer el perdón. Y digo una forma, porque no siempre como en este caso, quien daña lo reconoce y si lo hace, a veces, solo lo hace para estar cerca de las personas que desean dañar o envidian y corresponde tener claro que el trabajo interior de cada quien es personal.
¿Qué ocurre en el alma de quien reincide en dañar?
Anda en oscuridad consciente, perdido (a) y totalmente refugiado (a) en las decisiones que ha tomado para protegerse de no sentirse minimizado (a), del miedo, del qué dirán, etc. La gente que daña y reincide en ello, solo piensa en sí mismo (a), no tiene capacidad interior de ser mejor, porque no se lo enseñaron y posiblemente en la infancia sintió que fueron injustos con él (ella).
La gente que daña de modo reincidente no valora ni el tiempo, ni mira las consecuencias de sus actos impulsivos, porque solo piensa en satisfacer lo que necesita, en manipular los hechos como le acomoden, pero olvida que, desde lo alto, el creador mueve los hilos y siempre terminan con las manos vacías y manchados en cada acto incorrecto.
La gente que procede de modo incorrecto carece de escrúpulos en todo sentido, siendo los demás solo semejantes a piezas que intentan mover a su antojo y conveniencia, porque usar a los demás como objetos les permite sentir omnipotencia. Y cabe resaltar que los niveles de intolerancia a la frustración que experimentan es alto, no son capaces de desear dicha ajena, no son capaces de respetar y si se ven descubiertos, en ellos solo existe “contención” y lo menciono, porque una persona sana de alma y espíritu, camina en libertad interior y posee una sola cara.
De ti no depende que alguien o los demás sean distintos y en esta vida, existe gente que tendrá como tarea aprender a ser limpio (a), correcto (honesto –a) y dependiendo del ambiente en el que se rodea y las decisiones que tomen, serán sus nuevas siembras y cosechas.
Y al ser conscientes de que podemos toparnos en tierras de paso con gente sin escrúpulos, oscura y mal intencionada, perdonamos desde que lo aceptamos, pero creer en este tipo de personas y en su real arrepentimiento es iluso si tenemos claro y es evidente el sistema de valores de los que carecen. Por tanto, volvemos al punto del saludable “avanzar” y dejarlos atrás, porque cada quien tiene derecho de elegir con quienes lidiar y con quienes no.
Perdonar implica seguir en lo tuyo, dejando que el tiempo borre a estas personas de tu campo, que aprendan desde lo que les corresponde para que sean conscientes de que pueden ser mejores en el presente y lidiando con nuevas personas. No desearles mal, dejar que sigan sus vidas y conectarte con lo tuyo es bastante compasivo y bondadoso.
Y cada día podemos tener roces o desavenencias con gente cercana, pero una cosa es discutir, errores de percepción, tonos, modos y otra muy distinta: hacer daño, porque en lo segundo suele estar implicada la trampa, bajeza, deshonesto y también, el profundo egoísmo.
Charlando con un gran maestro y amigo personal griego, llegábamos a la conclusión de que las personas que no han evolucionado espiritualmente, son más caóticas y nunca se ven felices, porque toman decisiones en base a lo que esperan de ellos (ellas) y no son honestos (as) consigo mismos. Mientras que la gente sin metas, apática (os) y cómoda es manipulable y, por ende, tampoco tiene sentido de la reflexión acerca de sus actos.
La mujer que se mete con un tipo casado, sabiéndolo ¿tiene conciencia? o ¿solo responde a su ego sexual y dependencia? ¿El hombre de doble moral con conducta para la foto, bajeza y trampas diarias para alimentar su ego vive en paz?
En ambos casos, considero que ninguno de los personajes de los dos ejemplos vive en paz, porque cada día, realizan nuevos esfuerzos para sostener mentiras, arañan trozos de instantes y nunca viven como desean realmente y debe ser espantoso, ir a descansar fingiendo, callando y con ganas de salir de prisiones que ellos mismos han creado.
Por tanto, siempre diré que no existe mayor fuente de paz que caminar con la conciencia limpia, mirar sin esconder la mirada y expresarse en libertad. Y si bien no podemos librarnos del dolor y daño inmerecido, las personas que dañan crean una suerte de campo energético que termina regresando a ellos y no existe nada oculto bajo el sol, siendo la divinidad la encargada de mover los días y los acontecimientos según corresponden.
Sin embargo, el perdón implica también orar por los enemigos gratuitos, por la gente mal intencionada y ello no implica que decidas tomar un té con estos o ser hipócrita para decirles “no pasa nada, todo ya pasó”, porque dependiendo de las faltas y las personas eso es absurdo. Y si alguien, por ejemplo, pretende hackear tus cuentas personales por miles de motivos ¿es algo de delincuentes o no? ¿si alguien husmea pagando en tus temas personales es delincuencial o no?, ¿si alguien usa gente enferma para manipular es delincuencial o no?, ¿si alguien hace caridad o labor social para querer aplacar sus culpas con el cielo, deja de ser culpable del daño que hace adrede?… sin duda que no.
Por tanto, el sentido de dañar implica siempre ser incorrecto, injusto, malvado (a) y pretender desconocer los derechos del prójimo, así como faltarle el respeto y en tal sentido, existe gente que en tierras de paso deberá aprender a vivir como enseña el creador, pero mientras anda en esas, corre el tiempo y quizá, acumulan faltas por necedad y de las consecuencias de sus actos, nadie puede librarlos ni es menester de ajenos intervenir.
Y es que, en tierras de paso, avanzar sin detenernos es lo esencial y tener claro que el creador agrupa a la gente afín de espíritu y libra al justo de la gente incorrecta, porque erige mil murallas protectoras para que nada ni nadie lo aleje de lo que le corresponde. Es entonces que la oración “libranos del mal” cobra fuerza y podremos observar maravillados como con el tiempo, según es el proceder, cada quien está donde le corresponde.
Y ante el dolor inmerecido siempre diré que no solo hace más fuerte al espíritu, también, redobla la conexión con los cielos, ese que a su modo y manera les permite a las personas correctas conocer la verdad, abrir puertas y que opere la justicia desde donde le corresponde. Nadie es responsable de toparse con sombras y nadie es perfecto, pero elegir ser oscuridad perenne es una decisión y quien no logra ver la vida con la sencillez, humildad y valor que corresponde, se enreda por todo y ha convertido al ego en su eterno consejero, ese que no puede caminar sin máscaras y sin manipular.
Un ex alumno llevó a clase una investigación de otra persona, pero quiso mentir afirmando que era suya. La revisé y tenía tantos puntos extraños que no pedí y tenía el lenguaje de alguien mayor; fue sencillo desmantelar la mentira del estudiante, hacerle preguntas que jamás pudo contestar y cuando le pregunté ¿por qué crees que puedes mentirme y te arriesgas a perder el curso?, el estudiante me contestó: “porque no tenía tiempo profesora y ningún profesor se da cuenta como ud, creo que no les importa si hago las cosas o no”
Supe entonces que este estudiante se había acostumbrado a mentir, porque invertía tiempo en hacer piques en las calles y se disfrazaba de conductor as del volante, el ego cubría con fantasía sus días y le decía que estudiar y ser honesto lo alejaba del placer.
Al cumplir con mi trabajo y responsabilidad, desaprobé al alumno, quien pidió una oportunidad, pero el tiempo estaba en su contra, terminaba el ciclo, debía entregar notas y no había plazo para nada. Y ello escapaba de mis manos, llevaría el curso por segunda vez, como corresponde. Porque nada es azar.
Perdonar es entonces aceptar y entender que el hombre puede fallar, pero que también existen personas que fallarán siempre, porque su conexión con la divinidad es nula o hipócrita y caminar al lado de las sombras, no implica coludirse con ellas. Corto es el camino, corresponde ser feliz y disfrutar de las almas afines en esencia; podemos enseñar con el ejemplo, pero si existen delincuentes confesos, existen también personas retorcidas desde el alma, esa que no te corresponde intentar sanar, porque cada quien vive su proceso y se las ve con Dios.
Y recuerden que mediante el correcto proceder, la oración y valorando el regalo vida, los ángeles siempre están para guiarnos, regalarnos fortaleza y llevarnos hacia donde somos mejores personas cada día
Les dejo esta bella melodía, espero les agrade y acompañe.
Que tengan una linda semana, luz para sus proyectos y ángeles para el camino
Manjari (Bendiciones)